Introducción
El paisaje religioso de Cataluña ha experimentado una transformación significativa en las últimas décadas. La diversidad religiosa, el avance de la secularización y la emergencia de nuevas formas de espiritualidad han configurado un escenario más complejo y plural. Este contexto hace imprescindible contar con herramientas de análisis que permitan comprender estos cambios y su impacto en la sociedad catalana. En este sentido, el Barómetro sobre la religiosidad y la gestión de la diversidad, impulsado por la Dirección General de Asuntos Religiosos, y realizado con una muestra representativa de 1.600 personas en todo el territorio, ha jugado desde ya hace una década un papel fundamental al ofrecer una radiografía precisa de estas transformaciones.
La obra "Religiositat i gestió de la diversitat a Catalunya" se construye a partir de los datos del Barómetro de 2023 y proporciona un análisis profundo y accesible sobre las principales tendencias y debates en torno a la religiosidad, y la gestión de la misma, en Cataluña.
Estructura de la obra
La obra se estructura en 10 capítulos, cada uno de los cuales aborda una temática específica desde una perspectiva analítica y divulgativa. El primer capítulo, a cargo de Francesc Torralba, ofrece una "Radiografía del batec espiritual de Catalunya", describiendo las principales tendencias en materia de religión. En el segundo capítulo, Miquel Calsina Buscà reflexiona sobre la secularización, la (des)creencia y la pertenencia religiosa en la sociedad catalana, abordando los matices que se ocultan detrás de las cifras de desafección religiosa. El tercer capítulo, escrito por Víctor Albert-Blanco, examina las formas de expresión de la religiosidad en la esfera pública catalana, revelando la importancia de las prácticas cotidianas y los espacios de expresión religiosa. Julia Martínez-Ariño, en el cuarto capítulo, aborda la (no) transmisión de la religiosidad entre generaciones, una cuestión clave para entender la continuidad y el cambio en las creencias religiosas.
En el quinto capítulo, Míriam Díez Bosch, Alba Sabaté Gauxachs y Lana Kazkaz exploran el conocimiento de la población catalana sobre la diversidad religiosa, mostrando la persistencia de importantes desconocimientos sobre algunas confesiones religiosas. El sexto capítulo, escrito por Xavier Casademont y Jordi Feu, analiza el contacto de la población catalana con la diversidad religiosa, identificando los niveles de interacción entre personas de diferentes tradiciones religiosas y las percepciones de proximidad o distancia. En el séptimo capítulo, Jordi Moreras examina los prejuicios y la indiferencia hacia la diversidad religiosa, un tema relevante para entender los desafíos de la convivencia en una sociedad cada vez más plural. Rosa Martínez-Cuadros, en el octavo capítulo, se centra en el análisis de las políticas públicas de gestión de la diversidad religiosa y su percepción por parte de la población catalana, destacando el apoyo generalizado a políticas públicas de promoción de la diversidad religiosa. El noveno capítulo, elaborado por Míriam Díez Bosch, Alba Sabaté Gauxachs, Roger Negredo Fernández y Pilar Baradat Marí, investiga la relación entre la lengua y la religiosidad, enfatizando la importancia del catalán en la vida religiosa del país, pero también su posición minorizada. Finalmente, la obra se cierra con un capítulo que presenta un conjunto de datos estadísticos que permiten profundizar en los principales hallazgos del Barómetro de 2023.
Transformaciones de la religiosidad en Cataluña: tendencias principales
El libro presenta una serie de resultados clave que permiten entender la evolución y la complejidad del paisaje religioso en Cataluña. Una de las conclusiones más fehacientes es el avance de la secularización. La proporción de personas que se declaran no creyentes, ateas o agnósticas ha crecido hasta el 48%, mostrando una tendencia ascendente con respecto a ediciones anteriores. Este dato refleja cómo la religión pierde peso en la afiliación institucional, pero también en las prácticas religiosas cotidianas, ya que el 56,5% de la población declara no asistir a actos de culto. Es interesante ver, también, como aquellos que se declaran alejados de la religión se reparten casi a partes iguales entre los que se definen como ateos (14,5%), y los que se identifican como agnósticos (11,8%).
A pesar de este proceso de secularización, la obra revela que el catolicismo sigue siendo la confesión mayoritaria, aunque su presencia ha disminuido con el tiempo. Señala también el crecimiento de otras confesiones religiosas, como el islam, el cristianismo evangélico y el budismo, impulsadas en buena medida por los flujos migratorios. Estas comunidades han ganado visibilidad en el espacio público, manifestándose a través de celebraciones religiosas, procesiones y actos públicos que diversifican la sociedad catalana. El proceso de transmisión intergeneracional de la religiosidad también ha cambiado de forma significativa. La obra pone de manifiesto que cada vez más jóvenes se distancian de las creencias religiosas tradicionales, lo que cuestiona la continuidad generacional de la religión en las familias. Esta tendencia se combina con la emergencia de nuevas formas de espiritualidad más individualizadas y sin vinculación a una institución religiosa, y que no forzosamente se transmiten vía familiar.
En este sentido el Barómetro pone de manifiesto otras formas de expresión espiritual. La encuesta pregunta a las personas si, durante el último año o en momentos difíciles de su vida, han realizado actividades como leer un libro sagrado, buscar apoyo espiritual, participar en una peregrinación o intentar comunicarse con sus seres queridos fallecidos. Los resultados muestran que más de una cuarta parte de quienes se declaran no creyentes han hablado con sus difuntos o han encendido velas con un propósito espiritual en el último año, mientras que casi un 15% reconoce haber rezado. Además, los datos destacan que prácticas como el yoga y la meditación tienen una gran acogida, especialmente entre quienes se identifican como no creyentes.
Otro aspecto relevante es la expresión de la religiosidad en la esfera pública. La obra subraya cómo las confesiones religiosas minoritarias han aumentado su presencia en el espacio público. Este fenómeno se interpreta como un indicador de la creciente normalización de la diversidad religiosa en la vida cotidiana catalana. A su vez, el libro señala que la población catalana tiene una actitud generalmente muy o bastante positiva hacia la diversidad religiosa, si bien también persisten ciertos prejuicios, especialmente hacia las confesiones minoritarias. El islam, en particular, sigue siendo objeto de una cierta desconfianza por parte de una pequeña proporción de la población y en menor medida también otras confesiones. Sin embargo, es importante destacar que son posiciones minoritarias. Además, el barómetro también pone de manifiesto que, las personas más jóvenes son mucho más abiertas a la diversidad, y menos inclinadas a mostrar actitudes discriminatorias que las generaciones anteriores. Los centros de culto desempeñan un papel fundamental como espacios de interacción, especialmente en comunidades migrantes que encuentran en ellos un apoyo social. Estos centros actúan no solo como lugares de oración, sino también como puntos de referencia para la cohesión social y la integración cultural. No obstante, aún son pocos los que visitan centros de culto de otras confesiones que no son las propias, o que conocen en profundidad otras religiones.
Ahora bien, cabe destacar que el 74% de los catalanes se muestra totalmente o más bien a favor de que el sistema educativo incorpore una nueva asignatura en la que se ofrezca formación a todos los niños y niñas sobre las principales religiones del mundo. Este apoyo es transversal y mayoritario en los distintos sectores, pero resulta especialmente destacado entre los menores de 25 años, y confirma la apertura a la diversidad de la mayoría de la población catalana y el énfasis en la posibilidad de ir más allá del modelo de educación confesional que segrega entre confesiones distintas.
En cuanto a la gestión pública de la diversidad religiosa, la percepción de la población es, en general, positiva. La mayoría de la ciudadanía reconoce que las administraciones públicas garantizan adecuadamente el derecho a la libertad religiosa (más de un 70%). La obra señala que el apoyo a la asistencia espiritual en hospitales, prisiones y otros espacios públicos se ha incrementado notablemente, lo que evidencia una mayor aceptación de las políticas de inclusión religiosa en estos ámbitos. A la vez, cabe destacar que la mayoría de la población muestra una actitud favorable hacia el fomento de la cooperación entre las instituciones municipales y las comunidades religiosas. Un 72,2% está de acuerdo en que los alcaldes se reúnan con representantes de todas las confesiones, mientras que un 76,1% apoya que se les consulte en temas que afectan la libertad religiosa, como ordenanzas urbanísticas. Además, el 70,9% aprueba que los representantes municipales asistan a actos organizados por las confesiones cuando estas lo soliciten. Por último, el 78,4% respalda adaptar los cementerios a las necesidades funerarias de las diferentes religiones, y el 71,5% está a favor de ceder puntualmente espacios públicos para actividades religiosas que requieran gran capacidad.
Finalmente, la obra destaca el papel de la lengua catalana en el ámbito religioso. Se subraya la importancia de promover el uso del catalán en los centros de culto, así como la normalización de la lengua en los actos religiosos. Además se considera que la mayor expansión de la lengua catalana podría favorecer la integración de las comunidades religiosas en la cultura catalana, al tiempo que facilitaría la convivencia y la cohesión social.
Apuntes finales
La obra "Religiositat i gestió de la diversitat a Catalunya" proporciona una herramienta esencial para comprender la transformación del paisaje religioso catalán. Los datos del Barómetro permiten observar cómo la secularización avanza, la diversidad religiosa crece y las actitudes hacia esta diversidad se vuelven cada vez más inclusivas, especialmente entre los jóvenes. Ahora bien, el diagnóstico también tiene limitaciones ya que ofrece una radiografía que no permite ahondar en las transformaciones, ni profundizar en los matices. Para poder avanzar un paso más, sería importante, por un lado, cruzar y hacer dialogar los datos extraídos del barómetro con los datos del "Mapa Religioso de Cataluña", un proyecto que, desde 2001, ha permitido localizar y analizar las entidades religiosas presentes en el territorio catalán. Los dos proyectos ofrecen miradas distintas -uno centrado en las opiniones de la población, y el otro en la identificación de los centros de culto- lo que permitiría complementar las conclusiones. Por otro lado, comprender como se transforma la religiosidad en este siglo XXI, y poder mostrar su complejidad, requeriría ir más allá de la mirada cuantitativa de ambos proyectos y complementar estos datos con una perspectiva cualitativa que hiciera posible captar las narrativas y significados que las personas otorgan a su experiencia religiosa, facilitando así una comprensión más profunda de la transformación del paisaje religioso catalán en las últimas décadas.