VENTAJAS DEL NUEVO BARÓMETRO
El pasado mes de noviembre se hizo oficial el Barómetro sobre Religión y Creencias en España, una herramienta diseñada para estudiar el fenómeno religioso en nuestro país. Pero si ya disponíamos del ISSP, una encuesta que aborda de manera particular la cuestión religiosa, ¿hasta qué punto era necesario crear este nuevo barómetro? La propuesta del BREC no nace de un error de cálculo, sino de la importancia de mejorar lo que ya teníamos. La ISSP es una buena herramienta, pero arrastra limitaciones importantes que el BREC viene a superar.
Una de ellas atañe a la periodicidad. El citado programa internacional dedica cada uno de sus estudios anuales a explorar ampliamente un tema concreto. El fenómeno de la religión se planteó por primera vez en 1991, aunque en aquel año no se recogieron datos para el caso español. La siguiente vez fue en 1998, esta vez sí con la participación de España. Desde entonces el tema religioso se ha cubierto en otras dos ocasiones, en 2008 y 2018. Deberemos esperar a 2028 para tener nuevos datos sobre el tema. Como cualquiera imaginará, la sociedad española de 2028 habrá cambiado con respecto a la de 2018. En un periodo de tiempo de diez años suceden eventos de enorme calado que pueden impactar en las creencias y prácticas de las personas (la pandemia por Covid-19 o los conflictos bélicos internacionales, por poner dos ejemplos). Desconocer las transformaciones en materia religiosa a lo largo de toda una década constituye una clara dificultad para su estudio.
El Barómetro sobre Religión y Creencias en España es una iniciativa impulsada desde la Fundación Pluralismo y Convivencia (FPyC), organismo adscrito al Ministerio de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. El BREC se ha desarrollado dentro del II Plan Nacional de Derechos Humanos y tiene como propósito replicar el estudio cada dos años. La segunda edición del Barómetro está garantizada para 2027 y se aspira a mantener esa periodicidad bienal en el futuro. Resulta evidente la ventaja que supone para la investigación y el análisis disponer de información tan actualizada sobre un fenómeno en constante transformación. Captar lo que está sucediendo es básico tanto para comprender el fenómeno en su totalidad como para poder actuar sobre él.
Otra de las limitaciones del ISSP tiene que ver con su tamaño muestral. En su última edición de 2018, el número de entrevistados ascendía a 1.733 personas. En el caso del BREC, la cifra alcanza los 4.742 encuestados. El aumento del tamaño muestral ayuda a ser más precisos en las estimaciones. Por ejemplo, el ISSP apunta a que el porcentaje de católicos en España es de un 63,5%. Sin embargo, de acuerdo con los márgenes de error, en realidad podemos afirmar con un 95% de probabilidad que el porcentaje real de católicos en la población estará entre el 60,9% y el 65,5%. Si esta misma estimación del 63,5% la hiciéramos con una muestra de 4.742, los intervalos de confianza se reducirían al 61,8%-64,6%.
La diferencia puede parecer insignificante, pero cuando este mismo ejercicio lo repetimos para subgrupos más pequeños, como por ejemplo el de las minorías religiosas, que apenas supera el 5% en las estadísticas, la mejora en la precisión no es nada desdeñable. Por la misma razón, si se quiere analizar por separado cualquiera de estos subgrupos (católicos, otros creyentes, no creyentes, etc.) cruzándolos con otras variables del cuestionario, la muestra con la que trabajamos es más pequeña y la precisión, mucho más vaga. Por todo ello, incrementar casi por tres el tamaño muestral del BREC en comparación con el ISSP puede ser la diferencia entre poder realizar algunos análisis o no. De poco nos valdrá estimar un porcentaje si los intervalos de confianza que lo acompañan son tan grandes que su valor máximo duplica al mínimo.
Por último, el cuestionario del ISSP sobre religión ha experimentado algunos cambios entre su primera y última edición. Sin embargo, buena parte de las preguntas relacionadas con las creencias y la religiosidad de los entrevistados siguen siendo las mismas que se recogieron en 1998. En este año el número de preguntas específicas sobre el tema religioso fueron 25, mientras que en 2018 ascendieron a 32. En el caso del BREC, en cambio, las preguntas centradas sobre cuestiones religiosas llegan a 40. Hay que advertir que en ambas encuestas muchas preguntas incluyen la opción de multirrespuesta, lo que implica que la cantidad de información sea en verdad mucho mayor que el propio número de preguntas.
En el cuestionario del BREC no solo se ha tratado de recoger más información en materia religiosa que el resto de encuestas disponibles, sino que se ha procurado abordar cuestiones menos ortodoxas. Si en el ISSP hay cierto sesgo en favor de las creencias tradicionales, en el nuevo barómetro se han incluido temas que conectan con nuevas realidades hasta ahora poco exploradas. El BREC ha mantenido las preguntas clásicas sobre religión con el fin de poder armonizar los resultados y hacerlos comparables, al mismo tiempo que ha introducido preguntas novedosas que tratan de captar otras formas de espiritualidad, más personales y menos institucionalizadas. El nuevo barómetro también introduce ítems para medir la percepción de la libertad religiosa en España, la opinión sobre el papel que debe desempeñar el Estado y las experiencias de discriminación por motivos religiosos.