Budismo en España: arraigo actual y retos de futuro

Cuestiones de pluralismo, Volumen 1, Número 2 (2º Semestre 2021)
15 de Noviembre de 2021
DOI: https://doi.org/10.58428/NJWZ7373

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Por Francisco Díez de Velasco Abellán

El budismo es una de las religiones vivas más antiguas del mundo, con más de dos milenios y medio de antigüedad. Aunque en España su presencia efectiva tenga menos de 50 años, es un elemento cada vez más destacado en el campo religioso español.




El budismo resulta en el campo religioso español una opción “diferente”, distinta de las religiones que han caracterizado la historia de nuestro país. Por otra parte, sus seguidores en muchos casos estiman que no se trata de una religión, que sería una filosofía de vida o una opción espiritual. Y además suele verse, por parte de la población en general, como una creencia aceptable, no sometida al estigma de otras opciones religiosas. Repasar su arraigo y los retos a los que se enfrenta puede ofrecernos argumentos para pensar lo que nos depara el futuro en lo relativo a las creencias, convicciones y religiones.

El arraigo del budismo en España

El budismo es en la actualidad la cuarta minoría religiosa en España por número de seguidores tras el islam, el cristianismo evangélico y el cristianismo ortodoxo. Y es también la confesión que no se asocia con las tan manidas “tres culturas” que tiene un mayor impacto, aunque la plena implantación de grupos de práctica en España resulte reciente, no mucho más allá de 40 años atrás. Y es que, además de puntuales practicantes y simpatizantes individuales que pueden detectarse con anterioridad, o de la simpatía y hasta fascinación por el budismo de no pocos artistas, escritores y pensadores españoles desde el siglo XIX, los primeros grupos budistas estables comenzaron en España poco antes de que el país se dotase de un sistema democrático. El año 1977 será clave en la llegada de los primeros maestros orientales y la implantación de verdaderos grupos y centros de práctica budista en nuestro país.

Se trata, por tanto, de una propuesta reciente, pero que resulta particularmente visible y que no se suele estigmatizar. Por el contrario, está bien visto ser budista en España, y dada la actitud positiva de la población en general, comienzan a encontrarse monasterios, centros y hasta enormes monumentos budistas por toda la geografía del país. Como ejemplo señero destaca el estupa de Benalmádena (Málaga), con más de 33 metros de altura, el mayor fuera de Asia, construido en una zona muy turística, desde la que se divisa el continente africano y que en 2003, año de su inauguración, recibió unos 500.000 visitantes, superando en los posteriores los 100.000 anuales y siendo un excelente ejemplo del creciente turismo religioso budista en España y de sus posibilidades de futuro. Es un monumento que por su forma, confección, uso y aspecto resulta radicalmente diferente a los que marcaban el patrimonio religioso español, pero su aceptación en la zona y su éxito ilustran lo que se podría llamar el contra-estigma budista en España. En esta línea estaría el gran proyecto de construir en Cáceres un gran complejo budista con monasterios, centros docentes y una enorme estatua en jade blanco de Buda sentado que alcanzaría los 40 metros de altura, y por tanto sería una de las mayores del mundo, y que cuenta con el apoyo de la municipalidad cacereña y de la Universidad de Extremadura y tiene como promotora a la Fundación Lumbini Garden. Convertiría a la zona en un polo atractivo tanto para el turismo budista como para el que se augura creciente turismo chino. El budismo, por tanto, parecería configurarse como un elemento más, aunque inesperado, de la “Marca España”. Otro ejemplo de esta atracción por el budismo en nuestro país lo encontramos en la gran cantidad de libros que sobre el tema se han publicado tanto en editoriales españolas de corte budista (como Dharma, Amara, Tharpa, Chabsöl, entre otras) como editoriales generales con un importante fondo de obras sobre budismo (por ejemplo, Kairós, Urano, Miraguano, Libros de la Liebre de Marzo o Paidós, entre muchas otras, algunas incluso confesionales católicas). El budismo como producto editorial de éxito ha llevado a que en volumen de obras publicadas, solo las dedicadas al cristianismo superen a las budistas. Habría que añadir a este impacto intelectual y cultural la inclusión de lo que podrían denominarse perspectivas budistas en la cotidianeidad española, con la proliferación de conceptos compartidos como dharma, samsara, karma o nirvana, de estatuillas de Buda convertidas en objeto decorativo entre personas a las que no se les ocurriría decorar su casa con los santos o las vírgenes tan comunes hace medio siglo o también con la introducción de técnicas de meditación como el proliferante mindfulness, que en una aproximación introductoria se suele enseñar sin componentes budistas de referencia, pero que, al adentrase en niveles de práctica más avanzados, se tiñe de modelos de entender las cuestiones en los que el aroma budista está muy presente.

Más allá de quienes practican mindfulness o algún tipo de otra disciplina meditativa que pueda tener algunos referentes más o menos difusos de tipo budista, en lo que se refiere a los números de budistas comprometidos en España se estima que rondaría los 90.000 seguidores activos y alcanzaría los 300.000 si se computase a los simpatizantes más ocasionales o a los practicantes individuales, y eso a pesar de que en España el budismo no suele desarrollar estrategias proselitistas. Se caracteriza por la diversidad de escuelas, enfoques y colectivos implicados pero, en general, desde los primeros momentos y hasta hoy, serán el zen y el budismo tibetano los que tienen un mayor número de centros, seguidores y actividades en España, aunque paulatinamente han ido surgiendo otros modelos de budismo hasta configurar un panorama que en la actualidad incluye unos 300 centros o grupos de prácticas con un funcionamiento estable. Pero una peculiaridad budista, que quizá explique en parte el atractivo que puede llegar a tener en una época que en ocasiones se caracteriza como postreligiosa como la actual, es la capacidad de adaptación a contextos culturales y sociales muy diferentes, incluido hasta el individualizado y descreído que define a las sociedades europeas modernas. Así están creciendo, también en España, iniciativas que proponen, en la línea de lo que se podría denominar como nuevo budismo, centrar el foco menos en el rito o en la creencia y más en la práctica. No resultan inusuales los perfiles de budistas que se dicen no religiosos, que incluso se identifican como ateos, que plantean que su vivencia sería espiritual, filosófica, y en todo caso bien lejos de lo que estiman que son las constricciones inherentes a las religiones establecidas, llegándose a la fascinante y atractiva paradoja de que el budismo se imagina como una religión que no es una religión.

Al margen de estas indefiniciones “espirituales”, en España el budismo presenta una destacada materialidad. Además de los monumentos excepcionales, como el estupa de Benalmádena ya citado, los lugares de culto budista en España se presentan en dos grandes modelos de propuestas. Por una parte, están los centros urbanos de prácticas, los más numerosos, dado que la mayoría de los budistas son urbanitas. Jalonan las ciudades y los núcleos urbanos relevantes y suelen centrarse en una sala de meditación a la que se añaden dependencias para el estudio y la administración y que, salvo excepciones, suelen ser espacios modestos que se ubican en pisos o bajos de edificios. Por otra parte, están los centros de retiros y monasterios, característicos de otra de las facetas clave de las propuestas religiosas budistas, que son las intensificaciones de la práctica en ciertos momentos. Suelen situarse en zonas rurales donde las comunidades tienen libertad para desarrollar propuestas decorativas y arquitectónicas propias de las tradiciones budistas con las que se identifican, Por ejemplo el budismo tibetano, el que mayor número de este tipo de centros ha levantado en España, ha construido monasterios que parecen como si una porción del Himalaya hubiese enraizado en España: sirvan de muestra ubicaciones con solera como Dag Shang Kagyu en el Pirineo oscense, Osel Ling en la Alpujarra granadina, o Karma Guen en la Axarquía malagueña.

Desde el punto de vista del arraigo jurídico y organizativo destacan dos momentos en la maduración del budismo español. Por una parte, está la fundación en 1990 de la federación budista, llamada Federación de Comunidades Budistas de España (FCBE) en ese entonces, y actualmente denominada Unión Budista de España-Federación de Entidades Budistas de España (UBE-FEBE), que ha terminado progresivamente aglutinando a un número destacado de grupos, tanto los más antiguos como muchos de los que tienen mayor presencia. Por otra, resulta notable el reconocimiento del notorio arraigo en 2007 por parte del Estado al budismo, que fue exitosamente tramitado por la federación budista y que ha situado al budismo en una posición de privilegio jurídico al que solo han accedido en España, hasta el momento, cristianos, en diversas denominaciones, musulmanes y judíos.

Retos de futuro del budismo en España

El budismo en España se enfrenta a una serie de retos que marcarán la fuerza de su impacto social y su desarrollo futuro. Uno de ellos es el de la institucionalización.

La tendencia a la fragmentación de los grupos según escuelas, linajes, maestros y sensibilidades, tan característica del budismo en su historia, se potencia en su implantación en un país como España que tiende también culturalmente a la fragmentación en las pertenencias y las identidades. Justamente la acción de la UBE ha tendido a intentar superar las particularidades y a promover una plataforma común de intereses, y en los últimos tiempos esta apuesta por la inclusividad parece estar aumentando al abrirse la federación a acuerdos de colaboración con una multitud posible de grupos budistas. Este tipo de fórmulas de pertenencia flexible ha caracterizado también desde su fundación en 2007 a la Coordinadora Catalana d’Entitats Budistes (CCEB), un modelo que tiene muchas posibilidades de aplicarse en el futuro en otras zonas de España y que permite potenciar las relaciones, los encuentros y las sinergias entre grupos budistas diversos. Justamente una consecuencia positiva del trabajo coordinado desde la federación budista española fue el ya citado reconocimiento del notorio arraigo en 2007 al budismo. El mantenimiento de una interlocución única, fluida, proactiva y con respaldo suficiente puede conseguir que el Estado tenga una postura más abierta hacia las necesidades particulares de los grupos budistas. Un ejemplo puede resultar ilustrativo, la cuestión del tratamiento del cadáver tras la defunción. En 2015, tras una negociación en la que se reunieron los representantes budistas con una empresa de servicios funerarios bajo los auspicios del Ministerio de Justicia, se firmó el Protocolo Funerario para Budistas que no solo permite que se respeten tres días sin manipulación del cadáver, que ha sido una reivindicación de largo recorrido por parte de la federación budista, sino incluso que, siguiendo las estipulaciones más exigentes en plazos, las del budismo tibetano, pueda llegar a quedar el cuerpo sin evacuar hasta 49 días para los casos más excepcionales si así lo estiman conveniente los ministros de culto budistas. Este protocolo y sus plazos hacen de España, en este aspecto, un país pionero en nuestro entorno europeo en lo relativo a la apertura y respeto hacia las sensibilidades de esta minoría religiosa.

Generalizando a otros múltiples temas, se puede plantear que de hecho, al ser el budismo la religión de corte no abrahámico que tiene mayor peso en España, parece tener que recaer sobre ella en gran parte la labor de concienciación de la sociedad y las autoridades respecto de que los modos culturales españoles, muy marcados por un contexto interpretativo definido por una opción religiosa determinada, han de flexibilizarse para adaptarse al contexto global y diversificado actual en el que el peso de las sensibilidades asiáticas no se puede desdeñar.

Otro reto del budismo en España tiene que ver con su algo desigual impacto territorial. Hay muchos grupos budistas a lo largo de la costa mediterránea desde Cataluña a Andalucía, así como en Madrid o en las islas, tanto Baleares como Canarias, pero hay muchas zonas del interior o del Norte de España en las que la presencia budista es escasa. Se trata de una debilidad en la implantación que, además, tiende a potenciarse por la fuerza, ya reseñada, que está cobrando en ciertas partes de España el turismo religioso budista, que suele buscar lugares atractivos por la benignidad del clima y la restante oferta turística y que suele primar las localizaciones costeras. Pero justamente quienes suelen utilizar estos emplazamientos no son mayoritariamente budistas españoles, sino personas venidas generalmente de la Europa “fría”. Es un asunto que, a la larga, puede redundar en una debilidad en la implantación budista en España entre españoles, pues más que grupos de practicantes estables podemos encontrarnos con un budismo de temporada en el que los españoles actúen como meros elementos de un engranaje local de la oferta de servicios, en este caso religiosos, que principalmente disfrutarían otros y que potenciaría la asociación del budismo con extranjeros y turistas.

Otro reto en el budismo español tiene que ver con el liderazgo, y es un asunto común en otros lugares fuera de Asia. Los maestros, lamas, monjes y otras autoridades budistas que son españoles, o en general no asiáticos, tienen una legitimidad en ocasiones menor o puntualmente puesta en duda. La política del reconocimiento sigue primando a los maestros venidos de Asia, lo que en última instancia tiende a mantener el estereotipo del budismo en España como una religión extranjera. Por otra parte, una cuestión interesante es la creciente importancia del liderazgo femenino en los grupos budistas. Cabe destacar que algunas de estas mujeres que están al cargo de grupos budistas están convergiendo en la plataforma Sakyadita España. También resulta relevante la apertura de muchos grupos budistas a las peculiaridades de los colectivos LGTBIQ+, entendiéndose el budismo como una opción que, salvo en contextos étnicos específicos, no parece discriminarlos.

Otra cuestión importante es la visibilización legal. En España, para que un grupo budista sea debidamente visible desde el punto de vista legal, es necesario que esté inscrito en el Registro de Entidades Religiosas (RER) del Ministerio de la Presidencia. En la actualidad, de los más de 300 centros budistas estables que hay en España, sólo se han inscrito individualmente algo menos de un centenar, aunque con los lugares de culto adscritos a algunas de las inscripciones habría que llevar la cifra hasta 150. Un reto en este aspecto es aumentar el número de inscripciones, ya que es una condición básica el estar registrado para poder formar parte de la federación budista española como miembro de pleno derecho. También es un criterio para visibilizar claramente la implantación geográfica y, por tanto, el arraigo destacado del budismo en España que así podría justificar el merecer y requerir para su adecuado desarrollo un estatus legal de mayor nivel de cooperación con el Estado. Se podría terminar, por tanto, con una reflexión sobre el que quizá es el más notable reto de futuro para el budismo en España, alcanzar un acuerdo de cooperación con el Estado como el que actualmente tienen firmado los católicos desde 1979 y los evangélicos, musulmanes y judíos desde 1992. Se trata de un reto y un objetivo que sólo puede alcanzarse mediante el diálogo con las administraciones a través de instituciones representativas fuertes y proactivas, como la que ha desarrollado a lo largos de los últimos decenios la federación budista española.

Cómo citar este artículo

Díez de Velasco Abellán, Francisco, "Budismo en España: arraigo actual y retos de futuro", Cuestiones de Pluralismo, Vol. 1, nº2 (segundo semestre de 2021). https://doi.org/10.58428/NJWZ7373

Para profundizar

  • Arroyo, Liliana (2012). “El budisme ara i aquí: Espanya va camí del nirvana?”. Revista Catalana de Sociologia 28, 71-88.
  • Buddhistdoor (2020). Serie “El budismo en los países de habla hispana”. Buddhistdoor en español.
  • Díez de Velasco, Francisco (2013-2018). Budismo en España: historia, visibilización e implantación. Madrid: Akal, 2013, 2ª ed. puesta al día en formato e-book, Madrid: Akal, 2018.
  • Díez de Velasco, Francisco (2020). Budismo en España: historia y presente. Madrid: Ediciones Clásicas.
  • Fernández-Coronado, Ana (2009). “Notorio arraigo de la Federación de Comunidades Budistas de España (consideraciones jurídicas sobre la evolución del concepto de notorio arraigo)”. Bandue. Revista de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones 3, 137-154.

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