Hace un tiempo me encargaron estudiar el porcentaje que las minorías religiosas —es decir, aquellas personas que profesan una religión distinta a la católica— representan en la sociedad española y su evolución en los últimos años. En un primer momento pensé que la tarea sería rápida. Bastaría con consultar los datos disponibles en algún organismo público con información al respecto. Pero al empezar a revisar las estadísticas existentes me di cuenta de que el trabajo de cuantificar a este colectivo sería más complicado de lo previsto. Más aún describir las características de las minorías religiosas (sus perfiles sociodemográficos, sus actitudes y sus comportamientos) en comparación con las del resto de la población.
Mi primera consulta la centré en los barómetros mensuales que el CIS publica desde hace cuatro décadas. Ya en su primer barómetro de junio de 1979 se preguntaba por la creencia religiosa de los entrevistados, si bien desde entonces no todos los barómetros mensuales han recogido esta información y las opciones de respuesta han cambiado ligeramente. La pregunta formulada por el CIS a finales de los setenta del pasado siglo incluía seis posibles respuestas: “católico practicante”, “católico no practicante”, “otras religiones”, “no creyente”, “indiferente”, y “no contesta”. En el último barómetro disponible en el momento de escribir este artículo, el de diciembre de 2021, ante la misma pregunta relativa a cómo se define el entrevistado en materia religiosa, las opciones eran prácticamente las mismas: “católico/a practicante”, “católico/a no practicante”, “creyente de otra religión”, “agnóstico/a”, “indiferente, no creyente”, “ateo/a”, y “no contesta”. El principal cambio tras más de cuarenta años preguntando por esta cuestión es la unión de dos categorías en una y la incorporación de otras dos nuevas. Dentro del grupo de creyentes, la distinción entre católicos y resto de confesiones religiosas se mantiene intacta.
¿Qué dicen estos datos? En 1979 el 0,5% de los españoles declaraba ser creyente de una religión distinta a la católica frente al 2,6% registrado en diciembre de 2021. Aunque moderado, se aprecia un aumento de este colectivo en las últimas décadas, en buena parte impulsado por la conversión de España en un país receptor de inmigrantes desde finales de los noventa del pasado siglo (Astor y Griera, 2016). Según los datos de los barómetros del CIS, la cifra de creyentes de otra religión en nuestro país no es, en cualquier caso, estable en el corto tiempo. En noviembre de 2021 los creyentes de una confesión minoritaria alcanzaban el 2,2%, y justo en el mes anterior, el 3,2%. Los cambios erráticos en este colectivo no son infrecuentes en la serie histórica de la pregunta. La razón se debe al tamaño muestral del estudio, cuyo número total de entrevistados ronda en la actualidad las 3.700 observaciones y en el caso de las minorías religiosas alrededor de los 100 individuos. Este número es lo suficientemente pequeño para que la variación en la muestra de unos pocos individuos de una confesión religiosa distinta a la católica haga cambiar bruscamente el porcentaje de ese grupo. Pero el tamaño muestral que utiliza el CIS en sus barómetros no es pequeño, al contrario, tiene un tamaño similar al de otros estudios realizados por instituciones públicas y privadas de referencia. La clave está en que los barómetros están diseñados para estudiar a la población española en su conjunto, especialmente en todo lo relativo a las opiniones y actitudes de las personas que tienen derecho al voto en España, pero no a colectivos específicos de pequeño tamaño como el de las minorías religiosas.
Entonces, ¿cómo debemos interpretar los datos? ¿Las minorías religiosas en España han crecido en las últimas décadas o no? Conviene recordar que el análisis de unos cientos o miles de casos nos permite estudiar el conjunto de una población de millones de individuos (Martínez Pastor, 2019). Pero a esta afirmación debemos añadir, al menos, dos matices. El primero, que para poder inferir los resultados de la muestra al conjunto de la población la selección de la muestra ha de ser aleatoria. En segundo lugar, que los resultados de la muestra nos ofrecen una visión aproximada del universo que queremos estudiar. Por lo tanto, más que hablar de un porcentaje concreto, lo adecuado sería utilizar un margen de error y ofrecer una horquilla en vez de una sola cifra (Mezo, 2015). Cuando hacemos esto, la evolución errática de las minorías religiosas entre los barómetros mensuales del CIS deja de ser tan confusa.
Veamos como ejemplo los resultados de los tres últimos barómetros publicados en 2021. Como se indicaba más arriba, las personas con una confesión religiosa distinta a la católica suponían un 2,6% en diciembre, un 2,2% en noviembre y un 3,2% en octubre. Con un nivel de confianza del 95% (es decir, con una probabilidad del 95% de acertar lo que verdaderamente sucede en el conjunto de la población), podemos afirmar que el porcentaje de las minorías religiosas en España se encontraba entre el 2,45% y el 3,55% en diciembre, entre el 1,73% y el 2,76% en noviembre, y entre el 2,63% y el 3,77% en octubre. Aunque por poco, los intervalos de confianza en los distintos meses se solapan, con lo cual las diferencias entre esos tres barómetros no son estadísticamente significativas. En otras palabras, el porcentaje de las minorías religiosas en ese corto periodo de tiempo no ha cambiado. Si esto mismo lo repetimos comparando el primer barómetro del CIS con el último de 2021, encontramos que en 1979 el intervalo de confianza estaba entre 0,10% y el 0,90%. En este caso, sí que podemos afirmar que, según los datos del barómetro del CIS, el porcentaje de las minorías religiosas ha aumentado en España en las últimas cuatro décadas.