Expresiones de la diversidad religiosa en el espacio público madrileño

Cuestiones de pluralismo, Volumen 1, Número 1 (1er Semestre 2021)
29 de Enero de 2021
DOI: https://doi.org/10.58428/NIRL6178

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Por Mónica Cornejo Valle

Quizás los medios y las películas nos han acostumbrado a unas estéticas de la diversidad religiosa que generan expectativas más coloristas de lo que el pluralismo cotidiano realmente es. Esto hace que percibamos la presencia religiosa y la diversidad con ciertas distorsiones curiosas.


 

Ratha Yatra 2016, Madrid, 3 de septiembre. Procesión a su paso por el barrio de Malasaña. Cortesía de la Asociación para la Conciencia de Krishna Madrid.
Ratha Yatra 2016, Madrid, 3 de septiembre. Procesión a su paso por el barrio de Malasaña. Cortesía de la Asociación para la Conciencia de Krishna Madrid.

La presencia religiosa en el espacio público urbano es abundante y diversa pero, la mayor parte del tiempo, poco visible. Quizá los medios y las películas nos han acostumbrado a unas estéticas de la diversidad religiosa que generan expectativas más coloristas de lo que el pluralismo cotidiano realmente es. Esto hace que percibamos la presencia religiosa y la diversidad con ciertas distorsiones curiosas. Si damos un paseo por Madrid, es fácil tener la impresión de estar en un contexto de diversidad religiosa muy marcada en lugares como la plaza de Lavapiés, donde abundan el tipo de formas de vestir, de adornarse, símbolos y diseños en los comercios, los olores y las voces que satisfacen unas ciertas expectativas estéticas respecto al modo en que la religión y el pluralismo comparecen en el espacio urbano. Pero la misma o más diversidad hay en un andén de metro abarrotado a primera hora de la mañana, y en los centros comerciales, en las terrazas de las cafeterías o en los coches parados frente al semáforo. ¿Por qué no nos resulta tan obvio? Bueno, porque no lo es…

No todas las personas o las instituciones religiosas están interesadas en visibilizar su existencia, ni tienen por qué estarlo. Queriéndolo o no, algunas confesiones se han convertido en hipervisibles. En alguna ocasión he escuchado en la televisión e incluso en algún acto político que los musulmanes son la principal minoría religiosa en España. No es así, pero que tertulianos y representantes políticos lo afirmen improvisadamente representa muy bien una forma popular de ver la diversidad, tan distorsionada como extendida, que no tiene que ver tanto con la presencia como con la visibilidad. Las minorías religiosas principales en España, por cierto, son cristianas (Evangélicos de distintas denominaciones, Testigos de Jehová y otros grupos) pero sus expresiones externas quizá no satisfacen las expectativas estéticas del imaginario mediático y un poco peliculero.

Hemos investigado estas cuestiones en el marco del proyecto “Expresiones Religiosas en el Espacio Urbano en Madrid y Barcelona”, bajo la dirección de María del Mar Griera, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y una de nuestras primeras conclusiones fue que las expresiones de la diversidad religiosa en el espacio público dependen más de la visibilidad que tengan las confesiones que de su presencia o ausencia en ese espacio. Ello afecta a la manera en que los grupos religiosos se expresan, el tipo de acciones que personas e instituciones desarrollan en la calle u otros espacios, pero eso también depende, a su vez, de cómo es el contexto urbano concreto (encontramos diferencias significativas entre Madrid y Barcelona, por ejemplo). Además, la visibilidad también se ve afectada por la formación e información (y deformaciones) que los observadores tienen en su propia mirada.

Muchas actividades religiosas en la ciudad están determinadas por la percepción, por parte de los propios grupos confesionales, de que la sociedad no les reconoce porque no sabe nada de ellos y esto les vuelve invisibles a la mirada del transeúnte urbano. En varias ocasiones los chiíes duodecimanos de Madrid celebraron la conmemoración del Imam Hussein (la fiesta de la Ashura) instalando unos puntos de información en la Plaza de Sol y en Ópera con la intención de hacer visible que el Islam es internamente diverso. Esto mismo animó también a los ahmadíes madrileños a promover conferencias en Universidades y otros espacios durante un tiempo. También los sijs celebraron el día del turbante de 2011 en la plaza de Sol con una pequeña demostración y un punto de información sobre el Sijismo en la plaza todo el día. En este caso, además, los sijs expresaban su incomodidad porque la sociedad madrileña les asimila con los musulmanes, algo que no ocurre, sin embargo, en Barcelona. Como informa Carolina Esteso, investigadora de nuestro proyecto, no sólo la diferencia del volumen de población, sino fundamentalmente la presencia en el espacio público barcelonés durante años ha traído como consecuencia que los sijs catalanes sean muy reconocibles y distintos para sus vecinos. Así también ocurre con los duodecimanos barceloneses, que han venido celebrando la Ashura en lugares centrales de la ciudad en numerosas ocasiones, con cierta repercusión mediática por sus largas y expresivas procesiones.

El conocimiento y experiencia de las sociedades locales es fundamental para “ver” la diversidad religiosa, y también para apreciarla en su riqueza, más allá de la percepción general de un “otro” indistinto como algunos grupos perciben que ocurre en Madrid y más en general, en la sociedad española. Me parece una curiosidad a tener en cuenta que la dificultad para identificar la riqueza dentro de la diversidad también afecta a la confesión mayoritaria, la católica, al menos en algunas de sus formas más tradicionales y en otro tiempo populares. Hoy en día, los jóvenes estudiantes universitarios son más capaces de reconocer una estatuilla del dios Shiva en unas diapositivas, que unos exvotos. Durante algún tiempo, cuando mostraba mi diapositiva de Shiva en el aula me decían que Shiva salía en Los Simpson y que esa era su fuente, pero no sabían nada de shivaísmo o de hinduismo más en general. Exvotos, sin embargo, decían no haber visto nunca y, antes de decirles que es una de las prácticas devocionales más extendidas en el Mediterráneo cristiano, especulaban con un origen animista que su imaginación situaba en África o en América por puro estereotipo. La imaginación de la gente más joven expresa bien, y por defecto, los imaginarios dominantes en la sociedad. Al menos hasta hoy, la inmensa mayoría de mis estudiantes también empiezan confundiendo a los sijs con musulmanes, no saben nada de chiíes y creen que el Islam es la minoría mayoritaria en España, aparte de tenerle simpatía a Shiva.

Mejorar nuestra formación e información es clave para el reconocimiento de la diversidad religiosa, pero también hay algunos factores contextuales que sin duda marcan la diferencia. Como parte del contexto general, es conocido que, a pesar de la presencia histórica de minorías religiosas en España (López García et al. 2007), la presencia pública de las creencias ha estado prohibida para las confesiones y denominaciones no católicas. Esta prolongada situación no sólo ha perjudicado la libertad de culto de los individuos, sino que ha promovido el desconocimiento general, los prejuicios y ha castigado doblemente a las minorías, pues al mismo tiempo que se prohíbe su transparencia se les hace sospechosos de no ser transparentes. Aunque las cosas han ido cambiando paulatinamente, la sociedad española sigue teniendo poca cultura de la diversidad por razones simplemente históricas.

Junto a las razones históricas, también la demografía del contexto local es importante. La ciudad de Madrid, teniendo el doble de población que la de Barcelona, presenta una diversificación religiosa menor a juzgar por la estadística disponible. Aunque las encuestas del CIS tienden a infrarrepresentar a las minorías religiosas, los datos de centros de culto dan una imagen similar respecto a la menor diversificación en Madrid, en la que sólo el 20% de los centros de culto son no católicos, mientras que en Barcelona el porcentaje asciende al 31,6%, sin olvidar que la población general es el doble en una ciudad que en la otra (Astor, Griera y Cornejo, 2020). De ello también se infiere una presencia comparativamente mayor del catolicismo en Madrid.

Religiosidad de la persona entrevistada (Noviembre 2020)

 

Madrid

Barcelona

Población

3.266.126

1.636.762

Catolicismo

58,8%

44,1%

Creyente de otra religión

1,5%

4,1%

No religiosidad / N.C.

39,7%

51,8%

Microdatos del Centro de Investigaciones Sociológicas (2020), Barómetro de Noviembre.


Este panorama también influye en la manera en que las personas e instituciones religiosas se expresan y sus expresiones son reconocidas. Los evangélicos tienen una posición peculiar en este marco porque muchas veces son asimilados a lo católico. Una de las muchas celebraciones de los 500 años de la Reforma que los evangélicos madrileños realizaron en 2017 incluía un evento en el Paseo del Prado, la Fiesta de la Esperanza, en la que se escucharon testimonios, prédicas y música cristiana. En el rato en que asistí al evento pude ver a varias personas que se acercaban a ver qué fiesta había allí y luego se iban. Pude escuchar a una pareja sorprendida que, habiéndose acercado atraídos por el rap que sonaba, empezaron a reírse y dijeron que esto era “una movida de misa”, tras lo que se fueron. En 2011, plena celebración de la Jornada Mundial de la Juventud de los católicos, también era simpático ver a muchos jóvenes católicos (ataviados con los colores y mochilas de su jornada) entusiasmados mientras escuchaban a los predicadores evangélicos de La Caja Roja (On The Red Box) en la Plaza de Sol hablar sobre Jesús.

Los evangélicos no son los únicos relativamente invisibles. No son muy visibles tampoco los budistas madrileños, ni la mayoría de los hinduistas, o la miríada de espiritualidades personales de influencia New Age, o las celebraciones paganas que también de vez en cuando se pueden ver en la ciudad. La visibilidad de las actividades de estos grupos a menudo está asociada a la presencia de ropajes llamativos, objetos o signos algo exotizantes sin los cuales saben que no serán reconocidos en un evento de calle. En otros casos, como el de los budistas de origen chino, la visibilidad y el reconocimiento se circunscriben al entorno del barrio concreto donde una cierta población se concentra. Así las celebraciones del Vesak (el nacimiento y muerte de Siddhartha Gautama, el Buda) son un evento característico del barrio de Usera.

En comparación, algunos grupos tienen actividades específicas que han resultado muy distintivas y la población identifica ahora mismo con cierta facilidad. Este es el caso de los carritos informativos de los Testigos de Jehová, pero también son en general reconocidos los Hare Krishna. Cada domingo, los miembros del templo de ISCKON en Madrid solían hace años recorrer la Ribera de Curtidores, donde se sitúa el Rastro, vestidos de naranja y blanco, cantando y bailando su devoción. Hoy ya sólo salen para la celebración del Ratha Yatra, pero siguen siendo reconocidos en la ciudad. Los predicadores de la Caja Roja de la Plaza de Sol son también reconocidos después de muchos años de esta actividad en el mismo lugar.

Por último, las expresiones religiosas en el espacio público urbano también tienen alguna casuística que puede ser controvertida, pero no menos interesante como muestra del tipo de presencia y cultura de la diversidad que hay en la ciudad. Alrededor del día 25 de marzo se viene celebrando en Madrid el Día del Niño No Nacido, que fue declarado por Juan Pablo II en 1999, sin embargo, las asociaciones que participan en el evento en Madrid a menudo procuran presentarlo como un activismo de carácter plenamente secular y, en cualquier caso, no confesional. Este caso revela una forma estratégica de invisibilización de la religiosidad que se pone al servicio del activismo político contrario a la interrupción voluntaria del embarazo. El tema también nos conduce al no resuelto debate sobre el lugar político de las voces religiosas en nuestra sociedad.

Un caso completamente distinto de visibilidad religiosa controvertida es el del Diwali hindú en Madrid. Parece que, al igual que mis estudiantes sentían simpatía por Shiva, ocurre que hay alguna simpatía secular por el Año Nuevo hindú en la ciudad y cada año son más los festivales de baile bollywood y fiestas temáticas con este motivo. Estas fiestas están totalmente desvinculadas de los ritos y celebraciones de los no muy numerosos hindúes e hinduistas de Madrid, a los que quizá se invisibiliza. Será interesante ver en el futuro si la moda del Diwali contribuye a dar a conocer el hinduismo o si distorsionará nuestras impresiones sobre ello.

La presencia de expresiones religiosas en el espacio público madrileño es un hecho y un punto de partida para repensar y aprender a ver la diversidad. Esta afirmación va en contra de una cierta imaginación sobre lo público y lo urbano como emplazamientos por excelencia de lo secular, pero la diversidad religiosa es en sí misma un acontecimiento cultural, una revolución social que transforma al mismo tiempo lo religioso y lo secular, enriqueciéndolo, diversificándolo. Aún la presencia de lo religioso se sigue debatiendo de una forma algo estrecha en España en torno a temas muy puntuales que llaman la atención social, temas como los velos en los cuerpos y los crucifijos en los ayuntamientos, pero hay tantas cosas más que es urgente no sólo abrir la mirada a otras expresiones religiosas, sino también desplazar la mirada desde los debates sobre la presencia, a las circunstancias de la visibilidad. 

Cómo citar este artículo

Cornejo Valle, Mónica, "Expresiones de la diversidad religiosa en el espacio público madrileño", Cuestiones de Pluralismo, Vol. 1, nº1 (primer semestre de 2021). https://doi.org/10.58428/NIRL6178

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