Iftar en la calle: la reconfiguración espacial de un ritual islámico en Barcelona

Cuestiones de pluralismo, Volumen 3, Número 1 (1er Semestre 2023)
15 de Junio de 2023
DOI: https://doi.org/10.58428/HHYO1549

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Por Víctor Albert Blanco

Aunque el islam en Barcelona se enfrenta a condiciones precarias en cuanto a lugares de culto, sigue siendo visible a través de actos en el espacio público. En este sentido, el mes de Ramadán se ha convertido en una ocasión propicia para esta visibilidad y, desde hace algunos años, las comunidades y asociaciones islámicas de la ciudad organizan iftares populares.


 

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Iftar organizado por el Grupo Interreligioso del Raval, 13 de abril de 2023. Fotografía de Víctor Albert Blanco
Iftar organizado por el Grupo Interreligioso del Raval, 13 de abril de 2023. Fotografía de Víctor Albert Blanco

El jueves 13 de abril, hacia las 19.00 horas, el céntrico bulevar de la Rambla del Raval de Barcelona es ocupado por unas cuantas decenas de personas. Un grupo de voluntarios organiza y distribuye comida en varias mesas. Una hora más tarde, al atardecer, la comida se reparte gratuitamente entre los vecinos asistentes a este iftar "intercultural". Organizado por el Grupo Interreligioso del Raval (GIR), el acto pretende ser una ocasión de convivialidad para marcar la ruptura del ayuno que caracteriza las noches del mes de Ramadán. Pero el iftar del Raval no se dirige sólo a los vecinos musulmanes del barrio, sino que también cuenta con la presencia de otros grupos religiosos, asociaciones de vecinos, comerciantes y autoridades locales. Antes de poder degustar la comida, los participantes en el acto, sentados en varias filas de sillas, escuchan los discursos de los organizadores. Aprenden más sobre el significado del Ramadán y los "beneficios" del ayuno, pero también escuchan los parlamentos de los representantes institucionales, que desean a los musulmanes un feliz mes sagrado y destacan la "diversidad" y la convivencia armoniosa entre las distintas religiones y culturas del barrio.

Este iftar público y popular invierte temporalmente los usos habituales de este bulevar del Raval, barrio del centro histórico de la ciudad. Contrasta con el uso cotidiano de este espacio público, desarrollado a finales de los años noventa en el marco de la profunda transformación urbanística de la zona, iniciada por el Ayuntamiento. Sin embargo, el iftar organizado por el GIR no es la única celebración de este tipo que se celebra en este espacio que se ha convertido en un lugar central de consumo y paseo para los vecinos y los turistas que frecuentan a diario las numerosas terrazas del bulevar. Unos días antes, el sábado 1 de abril, la comunidad islámica Minhaj-al-Quran, que posee dos lugares de culto en la zona, celebró su propio iftar en un acto muy similar. El final del Ramadán también se celebró en el mismo bulevar, ya que otra comunidad islámica de la zona llevó a cabo allí su oración del Eid-al-Fitr.

Aunque el islam en Barcelona se enfrenta a condiciones precarias en cuanto a lugares de culto, sigue siendo visible a través de actos en el espacio público. En este sentido, el mes de Ramadán se ha convertido en una ocasión propicia para esta visibilidad y, desde hace algunos años, las comunidades y asociaciones islámicas de la ciudad organizan iftares populares. El iftar, que marca la ruptura del ayuno al atardecer durante el Ramadán, sale así temporalmente de las mezquitas, las casas particulares y los restaurantes para instalarse en el espacio público. En 2023, la Oficina de Asuntos Religiosos (Oficina d’Afers Religiosos, OAR) del Ayuntamiento ha enumerado y anunciado en su página web al menos 15 iftares públicos repartidos a lo largo del mes, entre ellos los organizados en la Rambla del Raval antes mencionados. Estos actos públicos, destinados a reforzar el tejido social del barrio, deben distinguirse, por tanto, de los iftares diarios más caritativos organizados por las asociaciones islámicas en el interior de sus lugares de culto.

Las comunidades que organizan estos iftares se benefician del apoyo del Ayuntamiento, que les presta mesas y sillas, y a veces instala un pequeño escenario y un equipo de sonido. Este apoyo también se refleja en la presencia de representantes políticos locales que toman la palabra. Como en el acto de la Rambla del Raval, envían sus mejores deseos a los participantes y saludan la diversidad de una ciudad que se presenta como multicultural y cosmopolita. Los parlamentos de los políticos suelen ir precedidos o seguidos de discursos de miembros de la comunidad. Estos discursos se pronuncian en catalán o español y tienen una fuerte dimensión pedagógica, destinada a explicar a los no musulmanes los aspectos positivos de un mes en el que se supone que reinan la armonía y la solidaridad.

Los iftares de Barcelona son, por tanto, una actividad con fronteras porosas entre religión y cultura. Ofrecen la oportunidad de demostrar y enseñar un islam "aceptable" a los ojos de la sociedad mayoritaria, a través de un acto que recuerda a otras celebraciones cívicas como las fiestas de barrio o las comidas populares (que, por cierto, suelen tener lugar en los mismos espacios). Marcando la ruptura del ayuno, el iftar gira alrededor de la comida. Paradójicamente, pero indicativo de este deseo de apertura y de búsqueda de reconocimiento público, la comida no siempre se sirve primero a los musulmanes que han ayunado durante el día. A veces, los organizadores incluso dejan claro que los no musulmanes, los vecinos del barrio, tendrán prioridad a la hora de degustar la comida.

La importancia de la comida también se refleja en la exhibición de platos y recetas típicas de las zonas geográficas de origen de las distintas comunidades. Para las integradas por fieles de origen norteafricano, el iftar es una oportunidad para ofrecer dátiles, sopa harira o baklava, mientras que las comunidades pakistaní y bengalí distribuyen arroz especiado y samossas de verduras. Por su parte, en su iftar público celebrado en la plaza del mercado del Clot, el Centro Cultural Islámico Catalán ofrece platos de diferentes orígenes, indicados con un pequeño cartel con la bandera del país, una forma de emular el "viaje" del explorador Ibn Batuta y, al mismo tiempo, ofrecer un momento para "compartir" en el barrio. En este iftar en concreto, la idea de exposición a los no musulmanes se ve reforzada por la disposición de la comida en una hilera de mesas dispuestas a modo de autoservicio, en las que los participantes pasan, observan los platos y se sirven de ellos.

Junto a la comida, otros elementos materiales y simbólicos sirven para reforzar la dimensión "cultural" de estos actos. A menudo se escucha música oriental, y a veces, incluso, se invita a una banda en directo. En algunos iftares, las comunidades invitan a "eruditos" a recitar pasajes del Corán, así como poemas. En otros, instalan carpas donde los asistentes se pueden hacer la henna en manos y brazos, como en el acto organizado el viernes 14 de abril en el barrio de Horta, en el norte de la ciudad. Todos estos elementos contribuyen a una experiencia sensorial que permite a los no musulmanes descubrir el Islam en un tono festivo y a través de la recreación de un cierto orientalismo en el paisaje urbano. Aspectos que podrían leerse como más "religiosos" o "piadosos", como los pasajes del Corán recitados o las llamadas a la oración que preceden a la ruptura del ayuno, adoptan paradójicamente un enfoque exhibicionista que matiza su significado religioso. En el iftar del GIR del 13 de abril, el imán de una de las mezquitas de la zona fue presentado como alguien con "dotes de recitador" que mostraría al público no musulmán sus "grandes cualidades". Y, efectivamente, éste escuchó y contempló, encandilado, cómo el imán recitaba la llamada a la oración, captándolo en vídeo y foto, con casi todos los presentes grabando el momento en sus teléfonos móviles.   

Los iftares de Barcelona cuentan con el apoyo entusiasta de los poderes públicos, que ven en estas celebraciones un medio para promover la normalización de la diversidad religiosa de la ciudad. Al mismo tiempo, este apoyo implica mecanismos de control y acomodo de la práctica religiosa en favor de expresiones que estén en consonancia con los usos aceptados y aceptables de un espacio urbano concebido como diverso y multicultural, pero, a la vez, ordenado y pacificado. De hecho, los iftares no son la única conmemoración pública de las minorías religiosas de la ciudad que cuenta con el apoyo y la supervisión de la Administración. Todos los años, la comunidad musulmana chií organiza una procesión en el barrio de Santa Caterina con motivo de la Ashura, la festividad que conmemora el martirio del imán Hussain. Al igual que ocurre con los iftares, la observación de esta celebración revela la implicación activa de varios actores del municipio, entre ellos los responsables de la OAR, los de la Junta de Distrito de Ciutat Vella y la policía local. Todos ellos colaboran para determinar el recorrido de la procesión y negociar con la comunidad los elementos que pueden representarse en el espacio público. La comunidad sij de la ciudad también organiza algunos de sus actos en el barrio del Raval, como el Nagar Kirtan, que adopta la forma de una procesión. Durante esta conmemoración, los miembros de la comunidad reparten comida a los transeúntes, realizan espectáculos de artes marciales y también invitan a las autoridades. Desde hace algunos años, las comunidades judías de la ciudad también organizan un encendido público de velas con motivo de Janucá en plena plaza Sant Jaume, centro político e institucional de Barcelona.

En conjunto, estos acontecimientos hacen más visible la pluralidad religiosa de la ciudad, al menos de forma esporádica y extraordinaria. Esto contrasta con otros contextos e incluso, con otros ámbitos dentro de la propia Barcelona, donde la visibilidad pública de la religión, y del islam en particular, es controvertida. De hecho, la proliferación de iftares y otras conmemoraciones religiosas en el espacio público no debe esconder la precaria situación que aún hoy presentan algunos lugares de culto minoritarios. Teniendo esto en cuenta, es importante subrayar que Barcelona, al igual que otras ciudades españolas y catalanas, ha experimentado una importante diversificación de su paisaje religioso en las últimas décadas. Esta diversificación se ha traducido en una proliferación de lugares de culto pertenecientes a más de 14 confesiones diferentes, entre ellas la evangélica (con más de 200 lugares en 2021), la islámica (33) y la budista (20), que se suman al mapa de las más de 230 iglesias católicas presentes desde hace tiempo en la ciudad. Sin embargo, estos "nuevos" lugares de culto son a veces poco visibles, situados en locales de planta baja, identificados (aunque no siempre) por carteles que recuerdan un antiguo uso comercial. Además, la apertura de estos lugares de culto ha sido a veces objeto de debates, como en el barrio del Raval, donde, a pesar de la "buena convivencia" celebrada en los iftares, la presencia de mezquitas ha provocado la oposición de algunos vecinos (aunque minoritarios) que se han quejado de una concentración "muy elevada" de musulmanes en la zona.

En este contexto, los actos públicos pueden considerarse una forma para hacerse visible en el espacio urbano, de contrarrestar las reacciones hostiles y de desafiar la invisibilidad y las limitaciones de ciertos oratorios que sólo pueden acoger a unas decenas de fieles. Además, estas conmemoraciones se convierten también en un medio para afirmar y poner en práctica el "derecho a la ciudad", de interactuar con un vecindario al que, sin estos actos, le resultaría difícil descubrir la pluralidad religiosa de la zona. Estas manifestaciones son también una palanca de acción para el tejido comunitario del barrio. Contribuyen a renovar el compromiso de las asociaciones de vecinos y comerciantes, que ahora deben tener en cuenta esta nueva diversidad. Para algunas, el apoyo y la presencia activa y visible en estos iftares es una forma de anticipar y prevenir las tensiones sociales y de favorecer espacios de mediación y convivencia. Además, algunas asociaciones intentan integrar esta "nueva" pluralidad religiosa en sus actividades cotidianas en el espacio público e invitan a grupos religiosos minoritarios a ocupar responsabilidades en los foros comunitarios locales o a organizar actividades en fiestas populares del barrio.

El análisis de la celebración de los iftares en Barcelona no se limita a constatar la transposición de un ritual islámico a un contexto diaspórico y minoritario. Los iftares de Barcelona plantean una cuestión más amplia sobre la forma que está tomando la religión en las ciudades catalanas, españolas y europeas de hoy, caracterizadas por una fuerte pluralidad y un cuestionamiento parcial del paradigma de la secularización. Las ciudades contemporáneas ya no son sinónimo de la desaparición gradual e ineludible de la religión, sino que experimentan nuevas expresiones y manifestaciones con contornos difusos y maleables. El estudio de los iftares públicos también permite observar las distintas formas de apropiación del espacio urbano, analizar las estrategias de gobernanza de lo religioso y cuestionar las nociones de "diversidad" y las expectativas de una ciudad que se proyecta voluntariamente bajo la bandera del cosmopolitismo.

Cómo citar este artículo

Albert Blanco, Victor, "Iftar en la calle: la reconfiguración espacial de un ritual islámico en Barcelona", Cuestiones de Pluralismo, Vol. 3, nº1 (primer semestre de 2023). https://doi.org/10.58428/HHYO1549

Para profundizar

L'IFTAR DANS LA RUE: LA RECONFIGURATION SPATIALE D'UN RITUEL ISLAMIQUE À BARCELONE


Bien que l'islam à Barcelone soit confronté à des conditions précaires en ce qui concerne les lieux de culte, il reste néanmoins visible à travers des manifestations dans l'espace public. Dans cette perspective, le mois de Ramadan est devenu une occasion propice à cette visibilité et, depuis quelques années, les communautés et associations islamiques de la ville organisent des iftars populaires.

Le jeudi 13 avril, vers 19h00, l'allée centrale de la Rambla del Raval, à Barcelone, est investie par quelques dizaines de personnes. Un groupe de bénévoles organise et dispose de la nourriture sur quelques tables. Une heure plus tard, au coucher du soleil, celle-ci sera distribuée gratuitement aux habitants qui assistent à cet iftar "interculturel". Organisé par le groupe interreligieux du Raval (GIR), l'événement se veut être un moment convivial pour marquer la rupture du jeûne qui caractérise les soirées du mois de Ramadan. Cependant, l'iftar du Raval ne vise pas uniquement les habitants musulmans du quartier, mais fait également appel à d'autres groupes religieux, aux associations de quartier, aux commerçants et aux autorités locales. Avant la distribution de la nourriture, les participants à l'événement, assis sur quelques rangées de chaises, écoutent les discours des organisateurs. Ils en apprennent davantage sur le sens du Ramadan et les "bienfaits" du jeûne, mais ils entendent également les v½ux des représentants institutionnels qui souhaitent un joyeux mois sacré aux musulmans et mettent en avant la "diversité" et la coexistence harmonieuse entre différentes religions et cultures dans le quartier.

Cet iftar, d'un caractère public et populaire, déroge temporairement aux usages habituels d'un boulevard du Raval, quartier du centre historique de la ville. Il contraste avec les usages quotidiens de cet espace public aménagé à la fin des années 1990 dans le cadre de la profonde transformation urbaine du secteur, initiée par la municipalité. Cependant, l'iftar organisé par le GIR n'est pas la seule célébration de ce genre à se tenir dans cet espace devenu un lieu central pour la consommation et les sorties des habitants locaux et des touristes qui fréquentent chaque jour les nombreuses terrasses du boulevard. Quelques jours auparavant, le samedi 1er avril, la communauté islamique Minhaj-al-Quran, qui possède deux lieux de culte dans le quartier, y a organisé son propre iftar lors d'un événement très similaire. De plus, la fin du Ramadan a été également célébrée sur le même boulevard, car une autre communauté islamique de la région y a organisé la prière de l'Aïd-al-Fitr.

Bien que l'islam à Barcelone soit confronté à des conditions précaires en ce qui concerne les lieux de culte, il reste néanmoins visible à travers des manifestations dans l'espace public. Dans cette perspective, le mois de Ramadan est devenu une occasion propice à cette visibilité et, depuis quelques années, les communautés et associations islamiques de la ville organisent des iftars populaires. L'iftar, qui marque la rupture du jeûne au coucher du soleil pendant le Ramadan, sort ainsi des mosquées, des appartements privés et des restaurants pour investir temporairement l'espace public. En 2023, le bureau municipal des cultes de la mairie (l’Oficina d’Afers Religiosos, OAR) a recensé et annoncé sur son site Internet au moins 15 iftars publics répartis tout au long du mois, y compris ceux organisés dans la Rambla del Raval mentionnés précédemment. Ces événements publics, visant à renforcer le tissu social du quartier, doivent donc être distingués des iftars quotidiens, à portée plus caritative, organisés par les associations islamiques à l'intérieur des lieux de culte.

Les communautés qui organisent ces iftars bénéficient du soutien de la mairie, qui leur prête des tables et des chaises, et installe parfois une petite scène et une équipe de sonorisation. Ce soutien se traduit également par la présence d'élus locaux qui prennent la parole. Comme lors de l'événement observé dans la Rambla del Raval, ils adressent leurs v½ux aux participants et saluent la diversité d'une ville présentée comme multiculturelle et cosmopolite. Les discours des responsables politiques sont souvent précédés ou suivis d'interventions des membres de la communauté. Ces discours sont tenus en catalan ou en espagnol et ont une forte dimension éducative visant à expliquer aux non-musulmans les aspects positifs d'un mois où l'harmonie et la solidarité sont censées prévaloir.

Les iftars barcelonais constituent de ce fait une activité aux frontières poreuses entre la religion et la culture. Ils permettent de montrer, d'enseigner, un islam "acceptable" aux yeux de la société majoritaire à travers un événement qui n'est pas sans rappeler d'autres célébrations civiques comme les fêtes de quartier ou les repas populaires (qui, d'ailleurs, prennent souvent place dans les mêmes espaces). Marquant la rupture du jeûne, l'iftar s'articule autour de la nourriture. De manière paradoxale, mais révélatrice de cette volonté d'ouverture et de quête de reconnaissance publique, la nourriture n'est pas toujours servie en priorité aux musulmans qui ont jeûné pendant la journée. Parfois, il est même explicité par les organisateurs que les non-musulmans, "les riverains du quartier", auront la priorité pour la déguster.

L'importance de la nourriture se traduit aussi par une exposition de plats et de recettes typiques des aires géographiques d'origine des différentes communautés. Pour celles constituées par des fidèles d'origine maghrébine, l'iftar est l'occasion d'offrir des dattes, de la soupe harira ou des baklavas, tandis que les communautés pakistanaises et bengalies distribuent du riz épicé et des samossas de légumes. À son tour, lors de son iftar public célébré sur la place du marché du Clot, le Centre culturel islamique catalan propose des plats de différentes origines, indiquées par un petit signe distinctif avec le drapeau du pays, manière d'émuler le "voyage" de l'explorateur Ibn Batuta et d'offrir, en même temps, un moment de "partage" dans le quartier. Dans cet iftar en particulier, l'idée d'exposition face aux non-musulmans est d'ailleurs renforcée par la disposition des aliments sur une rangée de tables installées en forme de self-service, près desquelles les participants passent, observent les plats et se servent.

Aux-côtés de la nourriture, d’autres éléments matériels et symboliques permettent de renforcer la dimension « culturelle » de ces événements. Souvent, on y entend de la musique orientale et, parfois, on y invite même une bande qui joue en direct. Dans certains iftars, les communautés invitent des « savants » qui récitent des passages du Coran, mais aussi des poèmes. Dans d’autres, elles installent des tentes où se faire le henné sur les mains et les bras, comme dans l’événement organisé le vendredi 14 avril dans le quartier d’Horta, dans le nord de la ville. L’ensemble de ces éléments contribue à former une expérience sensorielle qui permet au public non-musulman de découvrir l’islam sous une tonalité festive et par la récréation paysagère d’un certain orientalisme. Les aspects qui peuvent être lus comme plus « religieux » ou « pieux », tels que les passages du Coran recités ou les appels à la prière qui précède la rupture du jeûne, adoptent, paradoxalement, une visée d’exhibition qui en nuance leur portée religieuse. Lors de l’iftar du GIR du 13 avril, l’imam de l’une des mosquées du secteur est présenté comme quelqu’un doté en « récitation » qui montrera au public non-musulman ses « grandes qualités ». Et, en effet, ce-dernier écoute et observe, ébloui, la récitation et l’appel à la prière prononcées par l’imam et les capture en vidéo et photo, presque tous les assistants enregistrant le moment avec leurs portables.   

Les iftars barcelonais comptent avec le soutien enthousiaste des autorités publiques, qui voient dans ces célébrations un moyen de promouvoir la normalisation de la diversité religieuse de la ville. Ce soutien implique, dans le même temps, des dispositifs de contrôle et de domestication de la pratique religieuse en faveur d’expressions qui seraient en consonance avec les usages acceptés et acceptables d’un espace urbain conçu comme divers et multiculturel, mais ordonné et pacifié. En effet, les iftars ne sont pas la seule commémoration publique des minorités religieuses de la ville qui compte avec l’accompagnement et la supervision de l’administration. Chaque année, la communauté musulmane chiite organise une procession dans le quartier de Santa Caterina à l’occasion de l’Achoura, festivité qui commémore le martyre de l’Imam Hussain. Comme pour les iftars, l’observation de cette célébration laisse voir l’implication active de plusieurs acteurs de la municipalité, dont les responsables de l’OAR, ceux travaillant à la mairie de l’arrondissement de Ciutat Vella ou la police locale. Ils concourent tous à déterminer le parcours de la procession et à négocier, auprès de la communauté, les éléments qui pourront être performés. Par ailleurs, la communauté sikhe de la ville organise certains de ses événements également dans le quartier du Raval, comme le Nagar Kirtan qui prend la forme d’une procession. Lors de cette commémoration, les membres de la communauté distribuent de la nourriture aux passants, exhibent des performances d’arts martiaux et invitent, aussi, les autorités. Les communautés juives de la ville organisent également, et depuis quelques années, un allumage public de bougies à l’occasion de la hanukkah, au milieu de la place Sant Jaume, le centre politique et institutionnel de Barcelone.

L'ensemble de ces événements permet donc une plus grande visibilité de la pluralité religieuse de la ville, du moins de manière sporadique et extraordinaire. Cela contraste avec d'autres contextes, ainsi qu'avec d'autres domaines à l'intérieur même de Barcelone, où la visibilité publique de la religion, et de l'islam en particulier, suscite des controverses. En effet, la multiplication des iftars et d'autres commémorations religieuses dans l'espace public ne doit pas masquer la précarité qui marque encore aujourd'hui certains lieux de culte minoritaires. Dans cette perspective, il est important de souligner que Barcelone, tout comme d'autres villes espagnoles et catalanes, a connu une importante diversification de son paysage religieux au cours des dernières décennies. Cette diversification s'est traduite par la multiplication de lieux de culte appartenant à plus de 17 confessions différentes, notamment évangéliques (un peu plus de 200 lieux en 2021), islamiques (33) ou bouddhistes (20), venant compléter la carte des plus de 230 églises catholiques présentes depuis longtemps dans la ville. Cependant, ces "nouveaux" lieux de culte demeurent parfois peu visibles, situés dans des locaux en rez-de-chaussée, identifiés (mais pas toujours) par des enseignes rappelant un ancien usage commercial. De plus, l'ouverture de ces lieux de culte a parfois été au c½ur de débats, comme dans le quartier du Raval où, malgré la "bonne coexistence" saluée lors des iftars, la présence de mosquées a suscité des réactions d'opposition de la part de certains riverains (bien que minoritaires) qui se sont plaints d'une "très forte" concentration musulmane dans le quartier.

Dans ce contexte, les événements publics peuvent être lus comme une manière de se rendre visible dans l’espace urbain, de contrer les réactions d’hostilité et de contester l’invisibilité et les limitations de certains oratoires qui ne peuvent accueillir que quelques dizaines de fidèles. En outre, ces commémorations deviennent aussi le moyen de revendiquer et de mettre en pratique le « droit à ville », d’interagir avec un voisinage qui, sans ces événements, aurait du mal à découvrir la pluralité religieuse du secteur. Ces événements constituent également un levier d’action pour le tissu associatif des quartiers. Ils permettent de renouveler l’engagement des associations de riverains et de commerçants qui, désormais, doivent prendre en compte cette nouvelle diversité. Pour certains, l’accompagnement, le soutien et la présence active et visible dans ces iftars est un moyen d’anticiper et de prévenir des tensions sociales, de favoriser des espaces de médiation et de convivialité. Par ailleurs, certaines associations tentent d’incorporer cette « nouvelle » pluralité religieuse dans leur activité quotidienne dans l’espace public et invitent les groupes religieux minoritaires à tenir des postes lors des forums associatifs locaux ou à organiser des activités lors des fêtes populaires de quartier.

Analyser la célébration des iftars à Barcelone ne se limite pas à constater la transposition d'un rituel islamique en contexte diasporique et minoritaire. Les iftars barcelonais soulèvent une question plus large concernant la forme que prend aujourd'hui la religion dans les villes catalanes, espagnoles et européennes, caractérisées par une forte pluralité et une remise en question partielle du paradigme de la sécularisation. Les villes contemporaines ne sont plus synonymes d'une disparition progressive et inéluctable du religieux, mais connaissent de nouvelles expressions et manifestations aux contours flous et malléables. Étudier les iftars publics permet en outre d'observer les différentes manières dont l'espace urbain est approprié, d'analyser les stratégies de gouvernance du religieux et de remettre en question les notions de "diversité" et les attentes d'une ville qui se projette volontiers sous le drapeau du cosmopolitisme.

 

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